Cuando dejas al niño llorando…
Iba a compartir con vosotras un artículo sobre el sueño infantil, pero el día me ha hecho cambiar del tema. Habrá mejores ocasiones para hablar del sueño; hoy toca tratar de lo que nos lo quita.
Es evidente que dejar llorar a un niño no es bueno. Los científicos dicen que aumenta el nivel de estrés que perjudica el desarrollo cerebral de los pequeños. Pero, aún sin saber nada de ello, solo guiándonos con el corazón de la madre o el padre, ya tenemos suficiente para tener claro que no es lo que deseamos para nuestros niños.
Hace un par de semanas @Fiorella ha comentado lo duro que ha sido dejar los primeros días a su hija en la guardería. Siguiendo este hilo, los padres nos sentimos obligados sumergirnos en un sistema que es, muchas veces, bastante inhumano. Éste se vuelve más respetuoso con la pequeña e indefensa personita que empieza a formar parte de él, sólo si el respeto lo aportan el cuidador o la cuidadora. Y allí está el quid de la cuestión. Lo malo es que es difícil saber con quién le tocará a nuestro retoño pasar, en muchos casos, la mayoría de la jornada.
Os cuento nuestro caso. Nuestro pequeño Bruno (2 años) lleva un mes yendo a un centro escolar y se supone que es un tiempo de sobra para que se adapte. Por supuesto, está adaptado a las actividades y a las dinámicas de juego, a su aula, a sus amigos y compañeros y a su profesora, la cual adora. Desde el primer día, va encantado al cole con su papá de la manita, cantando y enumerando las cosas divertidas que hace allí. Gracias al horario flexible que tenemos, podemos permitirnos el lujo de, cuando le cuesta un poquito separarse de su padre, poder respetar este momento de despedida y dejarle introducirse en los juegos con sus amigos al ritmo que necesita. Nosotros podemos y la cuidadora nos deja. Pero, ¿qué pasa si la cuidadora no está y a la que le sustituye no le parece bien que Bruno esté elaborando su proceso de despedida con tranquilidad? ¿Alguien ha pensado que el vínculo que tiene un niño de dos años con la cuidadora no es el mismo que el que tiene con la sustituta y quizás por esto le cueste más “soltar” al padre y “fundirse” con el grupo?. Reacción puede ser, interpretando las normas del colegio a favor del niño, o a favor suya. No sabemos cuáles eran las razones, la cuidadora se puede sentir desbordada por tener que atender una docena de niños que no conoce o, quizás, prefiere comodidad en su trabajo en lugar de preocuparse por las “manías” de cada niño, el caso es que esta mañana Bruno se quedó en el aula llorando.
Quizás (y ojalá) ahora se lo está pasando fenomenal y ya no se acuerda del llanto de despedida, pero nosotros sí. Aquí estamos toda la mañana, yo casi llorando y su padre suspirando cada dos por tres. Y me sale: “para esto me quedo con mi hijo en casa donde sé que está bien” o ideas tipo ir ahora mismo al cole y llevármelo.
Cuando dejamos a un niño llorando y nos vamos, es lógico que conecte con la traición y el abandono, que sus niveles de estrés se suban por las nubes. Nos pude dar igual que no confíe en el sistema educativo de este país o incluso en la persona que le esté cuidando; pero, en nosotros nos gustaría que sí confíe… No es fácil la solución.
Aun así, nos sentimos afortunados, ya que, son pocos días en los que su querida profesora no está y, en breve, todo volverá a la normalidad. Lo malo sería estar en una situación así a diario; así o te vuelves insensible a lo que pasa con tu hijo, o lo tienes que pasar verdaderamente mal.
Me gustaría saber cómo lo vivís vosotras, ¿hay una solución, una salida respetuosa? Probablemente, ésta es solo una de varias situaciones por las que tenemos que pasar las familias al introducir a nuestros pequeños en un sistema que va mejorando, pero al que todavía le queda un largo trecho por recorrer hasta llegar a una educación que ponga en valor todo el potencial de los niños y niñas, respetándolos y cuidándolos desde el cariño y el sentido común.
Fiorella Russo
Gracias por compartir vuestra experiencia, espero que pronto vuelva la cuidadora de Bruno y no se repita el tener que dejarlo llorando.
En nuestro caso que Malena tuvo que empezar la guardería con 9 meses ella se lo pasó genial desde el primer momento es más: NUNCA LLORÓ, estaba absolutamente fascinada por descubrir tantos peques, música y juegos. Hay que reconocer que es extremadamente sociable y simpática, el típico dicho de ‘esta se va con cualquiera’ efectivamente se ha cumplido con Malena. Pero, la que lo pasó fatal fui yo -como les contaba en el otro post-, me dio mucha angustia separarme de ella siendo tan chiquitina, más allá de tener la tranquilidad y acierto –igual que vosotros- de estar muy contentos con sus cuidadoras y con la guardería.
Os cuento que nos dijeron que los 9 meses era un momento muy bueno para hacer la adaptación porque a esa edad ya interactúan lo suficiente con el medio pero no son tan conscientes de la separación, y que sin embargo, con un trimestre más –es decir, a partir de los 12 meses- este asunto les cuesta bastante más y efectivamente eso nos está pasando ahora.
Sucede que al llevarla ella se pone contenta cuando llega y ve a sus compis y cuidadoras, pero no quiere que nos vayamos. También suele llevarla su padre, y cuando es así dentro de lo que cabe se adapta más rápido al ambiente y se queda tranquila jugando, pero cuando me toca llevarla a mi, se me agarra con fuerza, con todo su cuerpo, no me suelta y se le caen unas lagrimillas… y a mi se me parte el corazón. Entiendo perfectamente ese sentimiento que comentas de “para esto me quedo con mi hijo en casa donde sé que está bien” o ideas tipo ir ahora mismo al cole y llevármelo.” No obstante, quiero compartir que el modelo que impulsa nuestra guarde es que los papás y mamás siempre somos bienvenidos, es más, nos invitan a que nos quedemos todo lo que podamos y cuando queramos. Las cuidadoras que son muy cariñosas nos animan a que pasemos un rato jugando allí con ellos y así la despedida para quienes tenemos esa flexibilidad de tiempo que comentas, se nos hace más llevadera para las dos.
¡Qué bonito esto de poder compartir nuestras experiencias! Siento que es algo terapéutico ☺
Eva Chacón
Sí que lo es, Fiorella! :)
Agnieszka, entiendo que os quedarais con esa sensación. Y es que el periodo de adaptación yo diría que es mayor, de un trimestre según mi experiencia, hasta que el niño genera el afecto necesario por las profesoras, los compañeros y el lugar como para asimilar el centro escolar como parte de su existencia.
Por eso es importante que la adaptación sea gradual, tanto en tiempo como en presencia de los padres en el aula. En la escuela de Camilo nos dicen: «despedidas cortas, recogidas largas». Es decir, que según ellos el niño sufre menos si los padres se despiden rápido al llegar -evitando alimentar el apego-, para luego quedarse un rato largo en el aula al final de la jornada, lo cual es sin duda necesario por motivos diversos.
Sobre esto como sobre todo hay muchas teorías, pero como siempre la verdad está en el interior de cada uno, ya que cada niño y cada madre y padre somos un mundo…
Agnieszka Stepien
Gracias chicas por vuestro apoyo.
Aunque ha pasado ya tiempo de este día, lo seguimos teniendo muy presente.
A raíz de esto Bruno se volvió durante un tiempo mucho más inseguro, perdió una parte de su autonomía pidiéndonos que le acompañemos en las actividades que hasta este día las dominaba con la facilidad e, incluso, empezó a tartamudear. Fue un trauma para él.
Ahora ha recuperado la autonomía y la seguridad perdida y probablemente y por suerte, no se acuerda de este momento.
Nosotros sin embargo lo tenemos presente, ya que fue un gran aprendizaje para nosotros.
Comentándolo con Pilar, la psicóloga que lleva la Escuela de Madres y Padres, vimos claro que lo mejor que podemos hacer en casos parecidos es guiarnos por el corazón. Nos comentó que en próxima ocasión no dejáramos a nuestro hijo con una persona con la que no tiene apego dándonos todos señales posibles que no quiere estar.
Somos el sustento de su seguridad, en nuestra responsabilidad está hacerle sentirse seguro.
Una maravilla teneros aquí Supermamis Nido.
Amaya González
Mi experiencia es un poco distinta, ya que a Gustavo le dejo con el grupo de mamás que nos hemos juntado para cuidar a nuestros hijos, y es verdad que ha sido todo muy progresivo, porque llevábamos unos meses quedando de vez en cuando no solo para conocernos las mamás, sino también para que los peques nos conozcan a nosotras. Desde el primer día que dejé a Gustavo con ellas hasta hoy (un par de meses) nunca ha llorado, y se queda tan contento cuando me voy. Y eso es una alegría, la verdad.
Pero dentro de unos meses seguramente le llevemos a guardería, y la verdad, tengo mucho miedo de que no se adapte o lo pase mal. Entiendo perfectamente vuestras inquietudes y preocupaciones y os admiro por la sensibilidad con la que tratáis este tema
Agnieszka Stepien
Muchos ánimos, @Amaya, para esta nueva etapa. Ojalá encuentres una persona respetuosa y sensible en la que confiar en esta guardería.
mary
Tengo una 2 niños una de 2 años y medio y un bebe de 10 meses. Mi ñiña la mayor que es Zoe ya va al nido al inicio se quedaba tranquila ya van 2 meses. pero ahora cada vez que es hora de la lonchera llora demasiado e incluso a llegado a tirar su taper a la profesora la verdad no se que hacer.
Agnieszka Stepien
Hola Mary, te entiendo perfectamente. Cuando nuestros pequeños lo pasan mal, nosotros también.
Es una señal muy buena que Zoe se quedara tranquila cuando le llevas a la guarde. Esto es muy importante.
También es cierto que el momento de recreo es un momento crítico para muchos de los pequeñines, ya que es cuando se recuerdan de su mamá o papá y prefieren estar con ellos ( el vínculo es el vínculo ).
Quizás una buena solución es darle máxima compresion, empatía y complicidad a Zoe, hablar con ella sobre este momento de estar en la guarde nombrando las emociones que esta viviendo. Dar la vuelta a la situación con un frase tipo «Cuando llega el recreo es la señal de que ya falta muy poquito para que mamá te recoja» también puede venir muy bien.
Mucha suerte para las dos. Estoy convencida de que pronto lo superareis.