¿Y TÚ QUÉ ERES?: La mirada de l@s niñ@s

 

Nadie antes me había preguntado jamás ¿Y TÚ QUÉ ERES?

Voy a transcribir –literalmente- una preciosa anécdota que me ocurrió el otro día, porque además de bellísima creo que guarda un mensaje que deberíamos tener presente las personas adultas.

Estamos en verano y con mi marido Fran y mi pequeña Malena –que ahora mismo tiene un año y medio- nos fuimos a cenar a una estupenda terraza de uno de nuestros restaurantes favoritos.

Estábamos en nuestra mesa muy tranquilos hasta que repentinamente Malena se va corriendo detrás de la pelota de un niño, y obviamente yo fui corriendo detrás de ella.

campanillaMientras transcurría el episodio, dos niñas -tendrían 10 y 8 años- se habían acercado y con los ojos como platos nos miraban, hasta que una se animó a romper el silencio y dirigiéndose hacia mi entablamos la conversación que a continuación transcribo, como os decía antes ‘literalmente’:

Niñas (N): ¿Y TÚ QUÉ ERES?

Ante semejante pregunta que no comprendí, sorprendida les respondí con otra pregunta:

Fiore (F): Perdona… ¿cómo QUÉ SOY?

Ellas enérgicamente y con total espontaneidad continuaron:

N: ¿ERES UNA NIÑA MAYOR? ¿O UNA MAMÁ?

(Risas de por medio) orgullosa les afirmé:

F: Soy una MAMÁ.

N: Pero pareces una NIÑA y las niñas no pueden ser mamás.

F: (más risas) pero… es que sí soy una MAMÁ.

N: Eres bajita.

F: Pues si…

N: Pero no pareces una niña por ser bajita, es que tu apariencia es DEMASIADO JOVEN.

F: Bueno… muchas gracias.

N: Además eres DEMASIADO GUAPA, te pareces a mi mejor amiga Aitana. Las mamás no son así… es que TU ERES UNA NIÑA MAYOR!! (y se giran para enseñarme donde estaban sentadas el grupo de sus mamás).

 

Desde luego provoca curiosidad la imagen que ellas tendrían en ese momento de las mamás ¿o a caso no podemos ser ni muy jóvenes ni muy guapas? Por cierto, que las suyas eran muy coquetas.

Me quedo con el gesto de sinceridad tan grande de los niños y niñas, siempre dispuestos a compartir con los demás su valioso mundo interior, lleno de colores, perspectivas y dimensiones fantásticas, puras y naturales, generalemente tan distantes a las que proyectamos los adutlos.

Siempre creí –y creo- que la profunda sensibilidad e instinto de los niños –y tbn de los animales- les permite captar la esencia, el alma y la luz que llevamos dentro. Una vez más me han descubierto: para quienes aún no lo sabían soy Campanilla de Peter Pan.

Guardaré este recuerdo en mi anecdotario de momentos mágicos. Por un instante pude verme reflejada ante la mirada y el corazón de estas dos niñas.

 

 

3 Comments

  1. Reply

    Los niños nos recuerdan quiénes somos. Ellos ven con claridad lo que los adultos a veces les pasa desapercibido a pesar de ser obvio y o importante. Me encanta que te pasen estas cosas, a mi me saludan por la calle sin conocerme de nada. Y ves cómo se comportan con otros adultos y con quienes no lo son. Ellos son francos, sinceros y espontáneos.

  2. Reply

    Fiore: ¡Qué linda anécdota! ¡Y qué bueno que compartas por fin tu verdadera identidad! Tuvieron que llegar esas niñas para rescatarla del olvido…
    Ana: Es impresionante, pero cierto. Los niños nacen con una personalidad tan marcada y sabiduría innata que a veces me hacen pensar si no serán ángeles caídos del cielo, seres re-encarnados o alguna fantasía parecida… Son personas ‘libres’, ‘salvajes’, ‘auténticas’…

  3. Reply

    Qué bonito Campanilla! Cuanto que aprender de esa manera de ver el mundo de l@s más pequeñ@s. Ojalá recobremos tod@s la inocencia perdida!

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