Somos neotenios

Llevamos una semana muy divertida en Mamá Nido. A raíz del post de Susana Gallego «No hay maestro pequeño«, el artículo de El País y el brillante TED de Adora Svitak, han surgido varios hilos de conversación en las redes en torno al mal uso que damos del término «infantil». Eduardo Segura comentaba en  Facebook que «Como capacidad para el conocimiento y el asombro, es cierto que las fronteras se difuminan, e «infantil» no se aplica en contextos adecuados las más de las veces…«, y Gianella decía que «Habría que darle la vuelta al concepto y utilizarlo como un elogio: ser infantil, ser posibilidad en acto y en potencia, soñadores sin limitaciones, capaces de darle al mundo una nueva oportunidad…«. También en recientes posts como estos de Lorenzo, Carmen y Gianella desde Ma-Pa se ha puesto sobre la mesa la virtud re-aprender el mundo a través de nuestros hijos.

De alguna manera, todas estas ideas han venido a encontrarse cuando he leído este artículo en el último Babelia. Lo que ha encendido la bombilla no ha sido ninguno de los 24 aforismos que propone, sino el concepto con el que los introduce, la ‘neotenia‘: «Nuestros primos primates son naturalmente proclives a jugar y a aprender durante su fase juvenil, pero pronto pierden el interés por ello. Nosotros en cambio jugamos hasta el último minuto de nuestra vida«. Efectivamente, la palabra «neo-tenia» viene del griego «neo», joven, y del verbo «teineîn», extenderse.

Estas ideas enlazan con las investigaciones (1) llevadas a cabo desde la biología del desarrollo sobre la neotenia en los humanos, que vienen a refrendar que como especie humana tenemos la necesidad de conservar durante muchos años la capacidad de juego, de experimentación, de sorpresa, y el sentido del humor que caracterizan nuestra primera infancia para poder sobrevivir. Tal y como sostiene Stephen Jay Gould, «Esto nos permite seguir aprendiendo y adquiriendo nuevos hábitos durante toda o casi toda nuestra vida

Y aquí es donde quería llegar: ¿Será también por esta razón que criar a nuestros hijos es una experiencia tan vivificadora y estimulante? ¿Será que al revivir el aprendizaje a través del juego de la primera infancia, refrescamos esa manera de estar en el mundo, que tan esencial es en nuestra especie? ¿Será por eso que nuestros hijos se convierten en maestros de excepción, si les sabemos escuchar…? Si es así… qué hermosa simbiosis es, ¿no os parece?

abuelos

Notas:

1 José Luis Suárez Rodríguez. Lúdica. Esencia y formas del pensamiento lúdico, Apis, 1991.

2 Artículo de Babelia visto en: Alquería Educa.

3 Fuente de imagen de abuelo y nieto jugando: Mimitos de Mamá

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