Carta abierta a Carmen Posadas, yo no soy mala madre.

Maternidad. Ely Bielutin

Maternidad. Ely Bielutin

Hace ya unos días leí en El Semanal tu artículo titulado ¡Que vivan las malasmadres! y desde entonces llevo dentro un par de reflexiones me gustaría compartirlas contigo.

Antes de comenzar, me gustaría dejar claro que esta carta no es un ataque a tu persona, todo lo contrario, valoro mucho tu labor profesional y mi intención es solamente reflexionar sobre algunas de las cuestiones que planteabas en tu artículo en el que alabas “Mujeres que aspiran, por ejemplo, a tener una carrera profesional exitosa y a dedicar un cierto tiempo a ellas mismas sin tener que sentirse culpables. Mujeres con inquietudes e intereses varios que (…) aspiran a que nadie las mire mal por confesar que están dispuestas a “matar por un bolso de Chanel pero no por una lata de atún”.” Me desconcierta cuando afirmas con orgullo que te sientes parte de ellas, despreciando y definiendo como ñoño el movimiento que va en sentido contrario: de las madres que hacen galletas caseras para que sus hijos se las lleven al cole, las que hacen disfraces cocidos a mano y, bueno… creo que casi todas las formas de entrega maternal.

Pero, estimada Carmen, no es cierto que sólo se puede emprender una exitosa carrera profesional sacrificando la familia. De hecho, lo que más me molesta de tu postura, que defiendes con tanta contundencia, es que con malamadrismo queda escusado el no hacer esfuerzo que hacemos muchas madres para combinar varios roles que nos toca desempeñar en la vida. Sí, ¡se puede combinar! Hay numerosas madres entregadas a la familia y, a la vez, excelentes profesionales que se realizan en todas las facetas de su vida, no solo en la profesional. Entre las Mamás Nido encontrarás ejemplos de muchas mujeres que nos sentimos realizadas en nuestra profesión; sin embargo, no somos malas madres.

Y ¿por qué no lo somos? Porque ser “mala madre” es todo lo contrario de ser “madre suficientemente buena” y no consiste en ser súpermadre; solo es ser buena suficientemente. Y ¿qué acuña con este término su autor, reconocido pediatra y psicoanalista Donald Winnicott?  (esto, como ves no viene de una moda de Hollywood) Ser madre suficientemente buena no es, utilizando tus palabras, Carmen, “inmolarse haciendo mermeladas caseras” es ser “capaz de dar cabida al desarrollo del verdadero yo del niño, es decir acoger su gesto espontáneo, en el sentido de lo que el niño quiere expresar, e interpretar su necesidad y devolvérsela como gratificación” Ya ves, que aquí se está jugando algo mucho más esencial que hacer galletas en casa.

Y evidentemente, ejercer de madre, no hacerlo, o hacerlo pocas horas al día es una elección, en caso de la mayoría de las “malas madres” elección forzada por las duras circunstancias de la vida. Por otro lado, también, está claro que una madre no es insustituible por un padre, una cuidadora o una institución; pero, estas madres que eligen seguir con su total independencia en este pequeño instante de sus vidas tras nacimiento de su hijo (los niños muy rápidamente dejan de tener la madre como su única referencia respecto al mundo), tienen que ser conscientes, cuáles son las consecuencias de ello, tanto para ellas mismas como para el pequeño ser que han traído al mundo.

Para mí, el malamadrismo intenta calmar miles de consciencias de las madres que no  han podido o no han querido vivir plenamente la maternidad por el miedo a perder el prestigio, o el poder, o la intensa vida social… o quizás a ellas mismas (creadas a imagen y semejanza de los modelos que venden las revistas de mujeres). Pero, a la vez que las calma, ignora que convertirse en una madre es una experiencia transformadora y enriquecedora a todos los niveles. Nadie habla, del hecho, de que ser madre nos hace desarrollar muchas habilidades. A parte de la empatía o sensibilidad están, también, otras que sin duda se pueden valorar a nivel profesional; por dar un ejemplo, ¿cuál de nosotras no ha mejorado su gestión del tiempo desde cuando ha sido madre?


El problema está en el que la maternidad no tiene buena prensa, olvidando que, si entre todos no cuidamos este rol social, esto nos va a perjudicar creando una sociedad cada vez más fría y distante. Y cuidar este rol no significa promover la figura de una mujer abnegada que se sacrifica a sí misma para atender a su familia; no, se trata de apoyar a las mujeres que viven sus miedos y sus dificultades definiéndose como malasmadres (o no).  Solo por el hecho de atrevernos con la maternidad, independientemente de la forma de la crianza que escogemos, todas  nos merecemos un respeto especial que falta en muchas ocasiones.

 

Y para acabar, solo decir que, la figura de la madre está más allá de la competitividad de la que estás hablando. Si alguna vez hago galletas caseras es para pasar un buen rato con mi hijo, no por dejar boquiabierto a nadie. Sí, hago cosas con mi hijo, no para mi hijo, y ésta es la gran diferencia. Si en los primeros años de su vida apuesto por pasar máximo tiempo posible con él, evidentemente es mi elección personal. Esto no quiere decir que abandono por completo todas otras facetas de mi vida; quiere decir que tal como, con máxima plenitud disfrutaba de mi vida profesional, ahora, con la misma plenitud quero disfrutar del regalo que es ser madre. Ésta es ahora mi prioridad, ser madre feliz, madre consciente; es decir, madre suficientemente buena.

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Cada día me transformo en una persona más plena gracias a los que me rodean, a mi pequeño Bruno (2 años) y mi pareja, Lorenzo. Hago muchas actividades (investigación, arquitectura, escribir el blog de Stepien y Barnó) y me interesan otras muchas… Desde el momento en el que me lancé a la aventura de la maternidad aprendí muchísimo sobre la crianza con apego y el cuidado infantil, pero también sobre ser mujer o por donde está trazado el camino hacia una vida más feliz (aquí me sirvió ser terapeuta Gestalt en formación). En este proceso he encontrado estupendas personas que han compartido conmigo su experiencia de ser madre. Me ayuda muchísimo el constante apoyo que me dan las reuniones de la Liga de la Leche o del grupo de crianza Besoetan. Ahora me toca a mi devolver el regalo que he recibido, compartiendo con vosotr@s mis vivencias.

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2 Comentarios

  1. Eva Chacón - 7 enero, 2015, 1:23 Responde a este comentario

    Agnieszka, me ha interesado mucho la referencia de Donald Winnicott. En el artículo al que te referencias he leído algo sorprendente: «A medida en que la madre habilita en el bebé la capacidad de relacionarse con los objetos, éste despliega su capacidad de habitar el mundo. La presentación objetal promueve la realización del niño. Por el contrario, las fallas maternas bloquean el desarrollo de la capacidad del bebé para sentirse real.» En el post de Carmen Posadas, con su defensa de la idea humorística de «malamadre», creo leer entre líneas una crítica al movimiento New Momism por el uso de cara a la galería de una faceta tan esencialmente íntima como es la de ser padre o madre. No es necesariamente mejor arquitectura la que se reviste con la bandera de la sostenibilidad, frente a aquella que integra el ecologismo consciente como un parámetro más de proyecto -sin vanagloliarse de ello. De la misma manera, no es mejor madre la que tiene como prioridad exclusiva el cuidado de sus hijos, autodefiniendo su existencia en función de este rol al estilo New Momism, que aquella que sabe compaginar la maravilla de su vida maternal «suficientemente buena» con otras facetas personales y profesionales. La maternidad es una experiencia transformadora como bien dices, pero esa transformación debe siempre apuntar en la dirección del autoconocimiento, y no en el de la identificación superficial con un rol pasajero que, no olvidemos, nunca permanecerá igual a sí mismo al cabo de los años. La prueba: la sonrisa de mi abuela de 93 años cada vez que se encuentra con su biznieto de 2…

    • Avatar de Agnieszka Stepien

      Agnieszka Stepien - 8 enero, 2015, 19:44 Responde a este comentario

      Totalmente de acuerdo, Eva. En el post opté por citar a Winnicott como podría citar a muchísimos otros pediatras, psicoterapeutas o neuroscientificos que, como bien sabes, apuntan en la misma dirección representada en tu cita.
      Me ha gustado mucho el paralelismo que haces entre la crianza respetuosa y arquitectura sostenible (se podría llamar respetuosa igualmente). El respeto hacia nuestro entorno y hacia nosotras mismas o se tiene o no se tiene, pero, estarás de acuerdo conmigo que en la creación de esta actitud en la vida de un niño o un adulto la familia o la forma de crianza juegan un papel clave.
      Gracias por tu comentario. Qué suerte tiene tu hijo de disfrutar de la sonrisa de su bisabuela y viceversa.

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